29 de Junio de 2018 – Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo
Hoy celebramos la Solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, patronos de la Iglesia de Roma. Se celebra también el día del Papa, que es el obispo de Roma, sucesor de Pedro. Por eso nuestro corazón se alegra y nos sentimos particularmente unidos al Papa Francisco, uno de los nuestros, quien ocupa hoy la cátedra de Pedro. Junto con toda la Iglesia no cesamos de orar a Dios por él (Hechos 12, 5b)
En este contexto nosotros, Iglesia de Morón, tendremos la dicha de participar de la ordenación de Arturo como diácono, un verdadero regalo para la diócesis y si Dios quiere, dentro de un tiempo, no muy prolongado, será ordenado sacerdote.
Ante todo quiero saludar con mucho afecto a la mamá de Arturo, que se ha venido desde Corrientes para acompañar a su hijo en este momento tan importante de su vida.
Le agradezco mucho su presencia, así como también la de los hermanos, cuñados, sobrinos. La presencia de tu familia es clave para tu vida y te desafía a ser fiel a tus raíces, a tu propia historia, a la fe de tus mayores, a la fe de tu pueblo…
Saludo a los amigos que vinieron a acompañar a los seminaristas de Lomas, al diácono Raúl de la misma diócesis y a su Vicario general el P. Hugo Barrios.
Antes de recibir la imposición de manos. Te voy a hacer una serie de preguntas para que reafirmes tu compromiso y tu entrega al servicio, como diácono-discípulo de Jesucristo servidor.
Hay una pregunta que no está, que es la que Jesús, tal como aparece en el Evangelio de hoy, le hace a sus discípulos en Cesarea de Filipo.
Pregunta provocadora, desafiante: ¿Quién soy yo para vos Arturo? ¿Qué lugar ocupo en tu vida?
Sabemos que la única manera de responderla es con la vida, no con teorías, con teologías, mucho menos con ideologías. A un Cristo vivo se corresponde una fe viva..
Lo primero es la confesión de fe como la de Pedro que se convirtió en piedra para que muchos puedan apoyarse en ella.
Es por la fe del pescador de Galilea que hoy estemos aquí.
Esta pregunta el Señor nos las hace a todos: dejémonos provocar por Jesús…pensemos… recemos….
Querido hijo dentro de unos momentos al recibir la ordenación diaconal pasarás a pertenecer al clero de Morón y quedarás incardinado a esta Iglesia.
Serás diácono de la Iglesia de Morón, de una Iglesia concreta, con una historia concreta, con rostros concretos. Esto cualifica tu ministerio. Asumí con toda el alma a esta Iglesia que te ha acogido, hace alianza con ella, con su gente, con sus barrios, con sus jóvenes …..
La incardinación no es un papel, es una alianza como la que el obispo hace con su Iglesia.
Esto marcará tu espiritualidad porque toda espiritualidad auténtica se encarna.
Por otro lado, el diácono está directamente vinculado al obispo. Los diáconos son, por eso, los ojos del obispo, y en cierto sentido los ojos de la Diócesis.
Arturo te pido que abras tus ojos para que le traigas al obispo los sufrimientos, las pobrezas, la desesperanza de tantos…. Salí a mirar para señalarle al obispo los lugares de dolor. Lo que le digo a Arturo, se lo digo a ustedes, queridos diáconos de la diócesis “sean los custodios del servicio en esta Iglesia”.
Arturo como diácono serás de un modo especial servidor de los pobres, en una Iglesia que quiere optar claramente por los pobres. Hago mío el sueño de Francisco una Iglesia pobre para los pobres.
Una Iglesia que confía en los medios pobres para evangelizar.
Hay que evitar aquí los espiritualismos, no le demos vuelta a las palabras, no hagamos la interpretación de la interpretación para zafar.
El criterio, la norma es Cristo pobre, que fue pobre de verdad. ¿Cómo tendrá que ser el discípulo?
Carlos de Foucauld decía “yo no puedo viajar siempre en primera clase cuando mi Señor viajó siempre en tercera”.
Por eso el estilo de vida del discípulo debe ser el del Evangelio.
El discípulo no puede andar por otro camino que el que transitó el Maestro.
El estilo de vida evangélico se concreta en como vivo en mi relación con las cosas, con los bienes, con el dinero, con el poder.
Miremos como vivió Jesús… Arturo finalizado el rito de la ordenación, te entregaré el Evangelio, este gesto tiene una carga significativa enorme que compromete tu vida. Sos servidor del Evangelio. Sos su mensajero. Sos también portador de la alegría que nos trae. Para lo cual tu vida debe ser un reflejo del mismo Evangelio – ya que “algunos no leerán otro Evangelio que tu vida”.
Sos el Heraldo que anuncia la Buena Noticia.
Nuestra Iglesia de Morón ha iniciado el camino del 1er. Sínodo Diocesano cuyo objetivo principal es impulsar una nueva etapa de la evangelización marcada por la alegría.
Decía el Papa Benedicto XVI: la verdad se anuncia con la caridad.
“No es suficiente anunciar la fe solo con palabras es necesario acompañar el anuncio del Evangelio con el testimonio concreto de la caridad”, del amor. Vos lo optaste bien, cuando en tu tarjeta de invitación pusiste “solo la caridad salvará al mundo”.
Querido Arturo, tenes un nombre nuevo: servidor de Jesucristo, del Evangelio, de los pobres. De ahora en más serás signo visible de Cristo siervo.
Recordá que el diaconado no es por un tiempo, es para toda la vida, la existencia sacerdotal no es más que servicio (Francisco)
“No se es diáconos de alquiler, ni funcionarios que en el servicio les vaya la vida. Pongan toda la carne en el asador” (Francisco).
En tu tarjeta aparece la imagen del lavatorio de los pies. Gesto testamento – mandato de Jesús que nos revela que el sentido de la vida es el amor, amor que lo lleva a Jesús a vivir y a dar la vida por los demás, amor que se hace servicio y entrega, amor que desciende, se para y se arrodilla a los pies del hermano para lavarle los pies.
Anda sin demora como la Virgen a la misión.