“Enciende mi esperanza”
Queridos jóvenes, hijos queridos en Cristo:
Hoy, esta tarde, con palmas en las manos y corazones ardientes, nos unimos a la multitud que aclamó a Jesús en Jerusalén. Este Domingo de Ramos es el umbral de la Semana Santa, un tiempo donde el amor de Dios se hace carne en la Cruz y la Resurrección.
Y ustedes, alrededor de mil jóvenes que han vivido este retiro de Pascua Joven son como esos discípulos que caminaron con el Señor hacia la Pascua.
1. Jesús entra en Jerusalén: ¡La esperanza es audaz!
El Evangelio (Lc 19, 28-40) nos muestra a Cristo montado en un burro, rodeado de gente sencilla que grita: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Jesús no entra como un rey poderoso, sino como un siervo humilde. ¿Qué nos dice esto?
• La esperanza cristiana no es ingenua: Jesús sabe que lo aclaman hoy y lo rechazarán mañana, pero confía en el Padre. Así, su Reino no se basa en aplausos fugaces, ni golpes bajos, sino en el amor que da la vida.
• Ustedes son esa juventud que clama por Él: En un mundo que a veces parece oscuro, su fe es como esas ramas agitadas al viento, anunciando que Cristo es la luz verdadera.
2. “Enciende mi esperanza”: ¡El fuego que no se apaga!
El lema de este retiro no es casual. En la segunda lectura (Fil 2, 6-11), san Pablo nos recuerda que Cristo se despojó de sí mismo por nosotros. ¡Esa es la fuente de nuestra esperanza!
• La esperanza se enciende en la entrega: Como esos jóvenes que ayudaron a Jesús con el burro (cf. Lc 19, 33), Dios los llama a ser instrumentos de su misericordia.
• No teman ser distintos: En una cultura que idolatra el éxito fácil, ustedes están aquí porque saben que la verdadera alegría nace de seguir a Cristo, aunque cueste.
3. De las palmas a la Cruz: Camino pascual
Hoy celebramos la entrada triunfal, pero sabemos que Jesús camina hacia la Pasión. ¿Por qué? Porque el amor hasta el extremo (cf. Jn 13, 1) es el que transforma el mundo.
• La esperanza no evade el dolor: Como María, que acompañó a Jesús en el Calvario, ustedes están llamados a permanecer firmes ante las cruces propias y ajenas.
• Pero ¡alégrense!: Porque la Cruz no es el final. El “enciende mi esperanza” es también un grito pascual: ¡Cristo vive, y Él nos hace vivir!
Queridos jóvenes: Al salir de esta Pascua Joven, lleven en el corazón estas tres certezas:
1. Jesús los ama tal como son, pero los ama demasiado para dejarlos igual.
2. La esperanza se alimenta en la Eucaristía, en la oración y en servir a los pobres.
3. Son discípulos misioneros: ¡El mundo necesita el fuego de su alegría!
Hoy, como aquel día en Jerusalén, Cristo pasa en medio de ustedes. ¿Lo dejarán pasar de largo? Que su respuesta sea un “sí” valiente, como el de María.
¡Que esta Semana Santa encienda en ustedes la esperanza que el mundo no puede apagar!
P Jorge Vázquez.
Obispo de Morón,
Amén.