Quiero hacerles llegar esta carta a todos ustedes queridos sacerdotes, diáconos, laicos, consagradas y consagrados, movimientos, instituciones, colegios, en fin, a todo el Pueblo de Dios que peregrina en esta nuestra Diócesis y de manera especial a los hermanos de las distintas confesiones cristianas y a los miembros de las diversas expresiones religiosas. Así como también deseo hacerla extensiva a todos los hombres y mujeres “de esta tierra de Morón, Hurlingham e Ituzaingo”, con los cuales compartimos el camino de la vida con sus gozos y esperanzas, sus dolores y angustias (GS 1) sus luchas y desafíos.

Al llegar estos días todos nos saludamos deseándonos una feliz Navidad y un año nuevo mejor. Quisiera profundizar en el sentido de este saludo, ¿qué es en realidad?, ¿qué queremos expresar con esas palabras?.

Cuando decimos feliz Navidad nos estamos refiriendo a un Sí pronunciado por Dios desde toda la eternidad. Es el sí que expresa su amor a la humanidad entera. No obstante, quisiéramos contextualizar nuestro saludo aquí y ahora en esta Navidad de 2019.

Ante todo nos encontramos “caminando juntos”,  en este nuestro primer sínodo diocesano.  Comenzamos también el 8 de diciembre, el año Jubilar Mariano diocesano,  en el marco del Año Mariano nacional. Por otro lado, en nuestro país se inició una nueva etapa de nuestra democracia. Por ultimo queremos tener muy en cuenta el magisterio del papa Francisco que nos sigue invitando a una reforma de la Iglesia, que implica ante todo una conversión pastoral.

La Navidad, el Sí de Dios.

En estos días nos reunimos y nos encontramos para celebrar, para hacer fiesta, saludándonos con buenos deseos sintetizados en el más grande de todos ellos, que es el deseo de felicidad: la plenitud de todo lo humano, el horizonte de nuestras búsquedas, sentido y fin de nuestra existencia. ¿Dónde encontramos la felicidad? Esta es la gran pregunta que nos desvela.

Profundizando en el misterio de la noche de Belén nos damos cuenta que en el Niño que llora, en ese Niño frágil y pobre está Dios que nos dice sí a todos, que nos expresa su amor eterno. En ese niño, que es el “Verbo encarnado”, se esclarece el misterio del ser humano GS 22) y encontramos la clave de la felicidad.

El sí de Dios como respuesta de amor desinteresado e incansable al hombre y al mundo, nos va revelando en qué consiste ser feliz, y cómo para serlo verdaderamente es necesario salir de nosotros mismos para abrirnos a los demás. No olvidemos que la Navidad es la fiesta de la fraternidad universal y de la paz

Ese sí es, también, la “respuesta de Dios hoy para nuestro pueblo que anhela y espera, unidad, entendimiento, respeto y tolerancia, justicia e inclusión” (Mensaje de Navidad 2019 de la Comisión Ecuménica de Iglesias cristianas en Argentina). Es el sí de Dios a un pueblo hambriento de paz y de justicia, cansado de grietas. El recién nacido en Belén es puente que une, no sabe de muros y grietas.

Navidad es el sí de Dios que nos da a través de este Niño pobre e indefenso que nació como un marginado en los márgenes del mundo (Comisión Ecuménica).

La Navidad es el sí de Dios a todos los hombres y mujeres de esta Iglesia y de este pueblo de Morón, Hurlingham e Ituzaingó, el sí a nuestras familias, a nuestra sociedad, a los sufrientes, a los descartados, a las víctimas, a los jóvenes que anhelan un mundo nuevo. Navidad es presencia de amor del Dios con nosotros presente en nuestra historia, un Dios que siempre acompaña y nunca abandona.

La Navidad, el sí del hombre a Dios

La Navidad no solo es el sí de Dios al hombre sino también el sí del hombre a Dios, el sí de todos nosotros para hacer realidad “la tierra nueva y los cielos nuevos” (Ap. 21, 1) en los que debe morar, la justicia, la paz, la fraternidad, la ternura y la sonrisa.

Nos preguntamos ¿cuál es el sí que hoy Dios espera de esta Iglesia particular de Morón?, para ello leamos los signos de los tiempos con los ojos de la fe, sepamos descubrir los signos que nos indican el camino.

El sí fundamental es el que nos señala Dios a través de las palabras del Papa Francisco: lo primero y más importante es abrirnos y partir sin demora para “una nueva etapa de la evangelización marcada por la alegría” (EG 1). Este es el núcleo de toda reforma de la Iglesia. Evangelizar constituye la dicha, la felicidad y la identidad más profunda de la Iglesia que existe para evangelizar: “Por eso la reforma de estructuras que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido, procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras” (Mensaje a la curia romana, Navidad 2019)

Dice el Papa Francisco que “el evangelio lleva siempre a la Iglesia a la lógica de la encarnación, a Cristo que ha asumido en esta historia, la historia de cada uno de nosotros. Esto es lo que nos recuerda la Navidad, entonces, la humanidad es la clave distintiva para leer la reforma. La humanidad llama, interroga y provoca, es decir llama a salir y no temer al cambio” (Mensaje a la curia romana, Navidad 2019)

Por lo tanto, el sí que le debemos dar a Dios como Iglesia de Morón, se encuentra en consonancia con el sí de la Iglesia Universal que a través del sucesor de Pedro nos invita a la conversión.

La Iglesia posta de caminantes y descanso de los peregrinos

Creo que otro de los desafíos que nos plantea hoy el Señor es el de asumir plenamente nuestra identidad de ser la Iglesia del camino, la posta de los caminantes. Lo cual implica que esta Iglesia sinodal, esta Iglesia de la escucha, esta Iglesia misionera y evangelizadora en salida, es también una Iglesia hospitalaria, acogedora, que levanta a los caídos, que es capaz de curar heridas, de consolar, de animar. La Iglesia de la ermita, la posta de los caminantes, ha de ser no solo nuestra Iglesia catedral, sino también toda esta Iglesia de Morón, Hurlingham e Ituzaingo que ha de asumir cada día más esta característica propia de la posta, ser el lugar donde se retoman las fuerzas para seguir caminando, el lugar donde renace la esperanza, el descanso de los peregrinos.

Con María, nuestra Señora del sí, como la llamó el Card. Pironio contemplándola en el misterio de la Anunciación, en este año mariano nacional y en el jubileo diocesano queremos decirle que sí nuevamente al Señor.

El año jubilar servirá para que profundicemos el camino de la misericordia, para que vivamos la reconciliación, para que construyamos la paz, para ser una Iglesia misericordiosa. Cada uno de nosotros en el espíritu de las bienaventuranzas puede encontrar la felicidad siendo misericordioso.

Con María nuestra Señora de la buena noticia en el misterio de su Visitación nos comprometemos a ser cada vez más una Iglesia de la escucha, Iglesia en salida, misionera que lleva a todos la alegría de Jesús.

Para terminar, los invito a mirar la señal del pesebre “desde allí Jesús proclama con manso poder, la llamada a compartir con los últimos el camino más humano y fraterno, donde nadie sea excluido y marginado” (Admirabile Signum)

“La Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. El amor divino que inspira, dirige y corrige la transformación, y derrota el miedo humano de dejar lo seguro para lanzarse hacia el misterio”. (DCR 2019).  Caminemos juntos hacia este misterio de la Navidad, garantía de felicidad, y dejémonos guiar por el Niño que nace en Belén para transitar como Iglesia diocesana los distintos desafíos que tenemos por delante.

+ Jorge Vázquez
Obispo de Morón