Mensaje de monseñor Jorge Vázquez, al iniciar su ministerio pastoral como obispo coadjutor de Morón (Catedral de Morón, 12 de marzo de 2017)

Como un amigo lo hace con su amigo, hoy, al presentarme ante Ustedes, quiero abrirles el corazón para compartirles, ante todo, mi alegría. Lo he repetido muchas veces estos días: estoy muy contento. Y esperaba con ganas este encuentro cara a cara con ustedes. Encuentro del pastor con su pueblo. Pero de un pastor que, antes que cualquier otra cosa es discípulo e intenta serlo cada día más. Discípulo de Jesús como ustedes. Miembro del Santo Pueblo fiel de Dios. Discípulo – Pastor al servicio de ese Pueblo.

Les cuento que vengo de una Iglesia hermana que como esta Iglesia de Morón celebra sus primeros sesenta años de vida, la Iglesia de Lomas de Zamora, a la cual le debo todo y a la que amo con toda el alma: Gracias!!!!

Creánme que al mirarlos, al contemplar la rica historia de este pueblo y de esta Iglesia de Morón; su pasado y su presente, sus obispos, sus curas, su gente, sus instituciones….experimento un respeto enorme; como quién sabe que está pisando tierra sagrada.

No vengo a invadir, no vengo a avasallar, vengo a sumarme a la marcha; al caminar del Pueblo de Dios que peregrina aquí en Morón, Hurlinghan e Ituzaingó. Vengo a compartir junto con toda esta Iglesia moronense “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres (que viven en este parte del conurbano bonaerense) sobre todo de los pobres y de cuantos sufren y que son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”. (GS 1)

La Iglesia no está separada del mundo. La Iglesia es para el mundo y “Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1).

Yo creo en la Iglesia que es capaz de dialogar de verdad con la sociedad y sus instituciones: con el mundo de la política, de la economía, de la justicia, de la cultura y el pensamiento, con el mundo del trabajo, con las organizaciones, ONG y movimientos sociales.

Creo en la Iglesia que escucha a Dios que habla desde la realidad, que capta los signos de este tiempo. Iglesia que ve, escucha y se compromete. Iglesia que abre puertas y construye puentes. Iglesia que opta por los pobres y se nota, pues sabe que son sacramento de Cristo.

Iglesia que no se marea con el prestigio, con el poder, con el dinero y que no tiene miedo de ocupar el último lugar porque ese fue el lugar que ocupó Jesús. Iglesia que cree en la eficacia de los medios pobres a la hora de Evangelizar.

Creo en la Iglesia Pueblo de Dios y comparto la fe de este pueblo. Creo en la Iglesia santa y pecadora. No en un grupito de perfectos, sean del signo que sean, ni en vanguardias esclarecidas, ni en ideólogos incapaces de sonreír.

Creo en la Iglesia capaz de ayudar a generar la cultura del encuentro entre los argentinos porque vive y hace visible el misterio de comunión que arranca de nuestro Dios que es Trinidad, Familia, Comunidad, tal como lo canta el poeta Padre Julián Zini: Iglesia Misterio de Comunión para la Misión.

Iglesia que es caminar juntos transitando caminos de comunión con todos nuestros hermanos de las distintas confesiones cristianas, con los miembros del pueblo judío, con todos los que creen en Dios como los musulmanes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Creo en la Iglesia que ha abierto las puertas de la Misericordia para no cerrarla jamás.

Quiero confiarles además -como no podía ser de otra manera- que estoy en plena comunión y sintonía con el Papa Francisco. Me entusiasma y me apasiona este momento que vivimos como Iglesia. Debemos estar a la altura de esta circunstancia histórica única, de este tiempo de gracia que nos desafía y nos abre una oportunidad extraordinaria para el anuncio del Evangelio y para que los valores del Reino transformen la sociedad; especialmente a través del compromiso de los fieles laicos, para encarnar la fe en la cultura y en las nuevas culturas que se va gestando en el contexto del Gran Bs. As, con su realidad urbana, con sus barrios y asentamientos y cuyos portadores son en gran medida las nuevas generaciones de jóvenes. ¡Qué la fe se haga cultura!

Ustedes tal vez me quieran preguntar: Cuál es el rumbo a seguir, cuáles las líneas de acción, qué espera usted de la Iglesia de Morón? Simplemente que con el obispo a la cabeza, todos juntos, pongamos en práctica la invitación de Francisco a “una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio”(EG 1)

Nuestra hoja de ruta será por lo tanto su Exhortación Apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, llamada precisamente “El Gozo del Evangelio”

Se trata de un documento programático con consecuencias importantes (EG 25) , la más destacada de las cuales es “la conversión pastoral y misionera”(EG 25).

Por lo tanto, queremos ser Iglesia en salida donde todos somos evangelizadores entusiastas, capaces de fascinar al mundo cautivándolo con la belleza del amor y seduciéndolo con el testimonio de la libertad que da el Evangelio (cf. Francisco a la congregación de los obispos 27-2-14). Francisco nos decía a los nuevos obispos: “La vocación de ustedes no es la de ser guardianes de un montón de derrotados, sino custodios del Gozo del Evangelio, y, por lo tanto, no pueden carecer de la única riqueza que tenemos para dar y que el mundo no puede darse a sí mismo: la alegría del amor de Dios”.

Somos evangelizadores que necesitamos ser evangelizados siempre, escuchando la Palabra y escuchando y contemplando la fe del pueblo sencillo, el pueblo de Jesús y de la Virgen, a este pueblo peregrino que tanto nos enseña.

Recuerdo que en la misión de los obispos de 2015 en la que hasta hoy fuera mi diócesis de Lomas de Zamora, visitando las casas de un asentamiento en Claypole los que estábamos allí nos dimos cuenta que la gente nos estaba evangelizando también a nosotros los obispos.

En fin, para terminar recordemos que el anuncio del Evangelio no se dirige sólo a las personas, sino también a los pueblos “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28, 19).

Recordemos que el primer anuncio “significa que creer en Cristo y seguirlo no sólo es algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aún en medio de las pruebas”(EG 167)

Recordemos también que ese anuncio “tiene un contenido ineludiblemente social”(EG 177), ya que “evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios”(EG 176). “La propuesta es el Reino de Dios; se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él reine entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos”(EG 180) . Se trata de “buscar el Reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33).

Este es el proyecto de Jesús: el Reino que lo toca todo; todo el hombre y todos los hombres, la política, la economía, la cultura. Queridos laicos Evangelizar es comprometerse con el Reino, y realizar el proyecto de Jesús en todos los ámbitos del quehacer humano.
Los invito a todos a caminar juntos. Los invito a abandonar toda autorreferencialidad personal o de grupos y ser Iglesia en salida que lleva a todas partes la alegría de Jesús. Nos acompaña la Señora del camino y del caminar, María de la Visitación, Nuestra señora de la Buena Noticia, la que nos abre el camino, la primera evangelizadora de estos pagos. Madre del Buen Viaje vení con nosotros a caminar.

Mons. Jorge Vázquez, obispo coadjutor de Morón