Cuando el obispo realizó la convocatoria al primer Sínodo Diocesano, allá lejos en la fiesta patronal de Nuestra Señora del Buen Viaje del año pasado, el anuncio fue recibido con alegría por el Pueblo de Dios. El entusiasmo de nuestro obispo nos contagiaba la sensación de que se trataba de algo grande y bueno, aunque no todos los presentes entendieran bien de qué se trataba. “Caminemos juntos” era la frase con la que Mons. Vázquez sintetizaba el espíritu de esta iniciativa, “actualizar el misterio de la Visitación de María, caminar llevando como ella, la alegría del Evangelio, la alegría de Jesús”.
La propuesta sonaba muy bien y hasta entusiasmaba. Pero, ¿en qué quedó todo eso? Es verdad que nuestro obispo siguió sintonizando con el Sínodo cada vez que pudo: en la Carta de Navidad, en las homilías, en las peregrinaciones sinodales de este año a Luján y a San Cayetano. Es verdad que cada vez vamos entendiendo más de qué se trata: “una nueva etapa de evangelización marcada por la alegría”, “algo que ayudará al obispo a pastorear mejor”, “un nuevo modo de ser Iglesia”, “una invitación a salir al encuentro de los demás”. Es verdad que se hace palpable en nuestras Misas diocesanas, esas asambleas reunidas por el Señor, presididas por el obispo, rodeado de su presbiterio, asistido por sus diáconos y donde es congregado todo el pueblo fiel de Dios.
Todo eso está muy bien. Pero, ¿y las famosas asambleas sinodales? ¿Acaso nuestro Sínodo Diocesano no va a producir ningún lineamiento nuevo? ¿Acaso el entusiasmo sinodal quedará en la nada? Lejos de esto, a la convocatoria del obispo siguió la elección de un equipo con el objetivo de llevar adelante la realización de esta iniciativa pastoral. Este Secretariado, compuesto por sacerdotes, religiosas, varones, mujeres y jóvenes, tiene entre manos el desafío de generar los cauces y las instancias para que todo el Pueblo de Dios que peregrina en Morón pueda ser dinamizado desde esta propuesta sinodal.
Al parecer, no es fácil hacer un Sínodo. La experiencia de otras Diócesis vecinas puede iluminar algo, ayudar a pensar, motivar el trabajo, pero no hay recetas para hacer un Sínodo. A las dificultades acerca del procedimiento se agregan las conceptuales: no todos entienden lo mismo cuando se habla de Sínodo. ¿Son las Asambleas? ¿Es el trabajo previo? ¿O lo importante es el documento del obispo fruto del Sínodo? ¿O tal vez las actitudes nuevas para encarnar un nuevo modo de ser Iglesia? ¿Será acaso todo lo anterior?
En las primeras reuniones del Secretariado se comprobó la necesidad de clarificar aún más el objetivo de todo esto, ya que los representantes de las diferentes realidades pastorales de la Diócesis, todos convocados personalmente por el obispo para empezar a darle forma al Sínodo, no hablaban el mismo idioma. En los comienzos no todo fue claro y distinto.
Tampoco había claridad acerca de los plazos. Originalmente flotaba en el aire la idea de que el evento sinodal debería finalizar para fin de año. Eso generaba una ansiedad insoportable. Los plazos que se barajaban eran tremendos: un mes para concientizar a la gente, otro mes para hacer las encuestas y tabularlas, entre medio había que hacer la elección de los delegados sinodales, para llegar a octubre y cocinar todo en dos sábados consecutivos, esperando que antes de fin de año el obispo publicara su exhortación post-sinodal. Todo esto se desvaneció ante la aclaración del obispo de que estamos hablando de un camino que durará unos tres o cuatro años. Esto será el camino hacia el evento sinodal, mientras que el Sínodo como forma de ser Iglesia vino para quedarse.
Actualmente el Secretariado está avanzando con la etapa llamada Preparatoria. Se trata de un trabajo de escucha en la que todos estamos invitados a tomar parte: escucha del Espíritu, para atender por dónde quiere conducirnos; escucha de nosotros mismos, nuestros sueños, deseos y expectativas; escucha de los otros, qué dicen acerca de la Iglesia y qué esperan de nosotros; escucha de la realidad. Para eso será la Asamblea que se realizará el 13/10 en el Colegio San José. A eso apuntan las catequesis que se están preparando para trabajar en cada capilla, parroquia, colegio, movimiento y comunidad de la Diócesis. Para eso se están preparando las consultas que se realizarán en Misas, colegios, instituciones y en la misma calle.
El Sínodo está caminando. Participemos ya desde ahora con nuestra oración.
Pbro. Matías González