Con una Misa presidida por el Obispo Jorge Vázquez, y una vigilia de los jóvenes, la Diócesis de Morón se congregó desde sus comunidades en la Catedral para despedir al Papa Francisco. La Misa, sumada al recuerdo con las celebraciones en toda las comunidades, evocó el afecto y el vínculo del Santo Padre con todo el pueblo fiel, incluso en la diócesis. «“Jorge, seguí adelante con el sínodo en Morón, no temas, el Espíritu va por delante”, recordó el Obispo le dijo Francisco en su último encuentro. «Hoy, al recordar sus palabras, siento que son un mandato y una bendición para nuestra Iglesia local», expresó monseñor Vázquez.

Compartimos el video de la Eucaristía, una galería de imágenes, y la homilía pronunciada por el Obispo.

Gracias Papa Francisco

Homilía en Memoria del Papa Francisco
Martes de la Octava de Pascua
Obispo Jorge Vázquez – Diócesis de Morón

Lecturas: Hch 2, 36-41 / Sal 32 / Jn 20, 11-18

Queridos hermanos y hermanas en Cristo Resucitado:

Hoy, mientras la Iglesia sigue cantando el Aleluya pascual, nuestro corazón se une en oración por el eterno descanso del Papa Francisco, quien ayer partió a la Casa del Padre. Un pastor que, con su vida y su magisterio, encarnó el mensaje de la Pascua: “Derribó muros y construyó puentes”.

En este Martes de la Octava de Pascua, la Palabra de Dios nos interpela con fuerza, recordándonos que la muerte no tiene la última palabra, porque Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza, y no nos faltará su ayuda para cumplir la misión que nos encomienda (Evangelii Gaudium, 275).

Pedro, en la primera lectura, nos dice con firmeza: “Conviértanse y háganse bautizar… y recibirán el don del Espíritu Santo” (Hch 2,38). Estas palabras resuenan hoy como un eco del ministerio del Papa Francisco, quien nos llamó una y otra vez a la conversión pastoral, a salir de nuestras estructuras rígidas para encontrar a Cristo en los rostros sufrientes de nuestro tiempo.

Para mí, como Obispo de Morón, su encíclica Evangelii Gaudium ha sido y sigue siendo una brújula: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro” (EG 49). Este es el espíritu que intentamos vivir en nuestra diócesis, en este camino sinodal que Francisco tanto alentó.

En mis dos visitas que tuve la gracia de hacerle como Obispo de Morón —la última, en diciembre pasado—, siempre me recibió con esa paternidad cercana que lo caracterizaba. En aquel último encuentro, a pesar de sus limitaciones físicas, su lucidez y su humor permanecían intactos. Me dijo, con esa mirada profunda que conocíamos bien: “Jorge, seguí adelante con el sínodo en Morón, no temas, el Espíritu va por delante”. Y hoy, al recordar sus palabras, siento que son un mandato y una bendición para nuestra Iglesia local.

El Evangelio nos muestra a María Magdalena llorando fuera del sepulcro, hasta que escucha su nombre pronunciado por el Resucitado (Jn 20,16). Francisco, como Jesús, supo nombrar a los olvidados: los pobres, los migrantes, los descartados del sistema. Él nos enseñó que la Iglesia no puede ser una “aduana espiritual”, sino una “madre con las puertas abiertas” (EG 47). Y en este día, mientras lo encomendamos a la misericordia del Padre, sabemos que ahora escucha, por fin, la voz de Cristo que le dice: “¡Francisco!”, llamándolo a la alegría eterna.

Hermanos: El Salmo 32 nos invita hoy a “aclamar al Señor, justos es Él” (Sal 32,1). Y ciertamente, Francisco fue un hombre que aclamó a Dios con su vida entera, con su coherencia, con su rechazo a toda mundanidad espiritual.

Su pontificado fue un “puente” entre culturas, religiones y generaciones. Por eso hoy, siguiendo su ejemplo, renovamos nuestro compromiso de ser una Iglesia en salida, una Iglesia que —como él soñaba— “no se contenta con mantener lo establecido, sino que busca ser fiel a la creatividad del Espíritu” (cf. EG 33).

Que María, la Madre de la Esperanza, a quien él confió su pontificado con el sencillo “¿Quiero que me ayudes?”, lo acompañe ahora en el cielo. Y que nosotros, alimentados por la Eucaristía, sigamos construyendo puentes, derribando muros de indiferencia, y anunciando con alegría que ¡Cristo ha resucitado! Amén.

Jorge Vázquez
Obispo de Morón