Ordenación Sacerdotal Carlos Woloski

29 de septiembre de 2021

Parroquia San José de Morón Sur

 

Saludo y bienvenida

La Iglesia de Morón comparte la alegría de ustedes queridos padres miguelitas por la ordenación sacerdotal del diácono Carlos Woloski, perteneciente a su congregación. Este día es muy significativo para ustedes, al celebrar el jubileo por los 100 años de la Congregación.

Aprovecho esta ocasión para agradecer la presencia de ustedes en esta diócesis desde hace ya muchos años, especialmente aquí en esta parroquia de San José. Ustedes son parte de esta Iglesia concreta de Morón-Hurlingham-Ituzaingo y su presencia y carisma es un aporte que enriquece a nuestra iglesia, especialmente en estos momentos en que estamos transitando el camino de nuestro primer sínodo diocesano. De esta manera caminando juntos vamos construyendo una Iglesia auténticamente sinodal, en el espíritu del Papa Francisco que ha dicho que la Iglesia de siglo XXI será una Iglesia sinodal.

 

También me alegro con ustedes, queridos hermanas y hermanos de esta parroquia de San José pues tendrán un nuevo sacerdote, un nuevo servidor, un nuevo pastor. Los saludo y los bendigo a todos de corazón y de un modo especial a la familia de Carlos y a todos aquellos que han venido a acompañarlo. Una cordial bienvenida para todos.

 

El contexto de la celebración

Querido Carlos no podíamos haber elegido mejor fecha que esta para tu ordenación, hoy festejamos a San Miguel Arcángel, Patrono de tu Congregación, fundada un 29 de septiembre de 1921, por el Beato Bronislaw Markiewicz. Hoy en el contexto de este  jubileo te invito a asumir plenamente el espíritu del fundador, que después de conocer a Don Bosco y de regreso a su tierra, comenzó a organizar casas para niños y jóvenes abandonados, a quienes propuso una vida impregnada de valores. Si hay algo que debe caracterizar el trato y el trabajo con los jóvenes es el amor.

La situación actual que vivimos nos desafía a asumir aquello que, desde el espíritu del Evangelio, asumieron Don Bosco y el Beato Bronislaw.

Es impresionante que la pobreza y la exclusión se manifiesten especialmente en los adolescentes, así lo atestiguan distintas mediciones. Ni hablar del gran problema del consumo de drogas, expresión de lo que se ha dado en llamar:

la cultura de la muerte.

 

El misterio de la Anunciación

El Evangelio que hemos escuchado ilumina y da sentido a esta celebración: a tu ordenación como sacerdote.

Carlos, el paso que hoy se concreta en tu vida, sin duda, tuvo un momento inicial de anunciación, de llamado, es decir de vocación. Así como sucedió con María, que recibió el anuncio del arcángel Gabriel, que le propone ser la Madre del Hijo de Dios. El Señor también fue enviando a sus mensajeros (personas, circunstancias, acontecimientos, inspiraciones) para confiarte una misión: la de prolongar en la historia el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. La vida del sacerdote hace presente el misterio de un Dios que asume la realidad humana, “el cual siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo y haciéndose semejante a los hombres presentándose con aspecto humano…” (Filp. 2, 6-7).

 

La Encarnación es Dios caminando con nosotros, asumiendo los avatares de la historia humana, cargándola de sentido. El Dios que camina con nosotros es aquel que comparte la alegría, el dolor, la esperanza, las luchas de la humanidad entera. El Dios con nosotros es aquel que ha estado en medio de esta pandemia que nos ha herido a todos.

Dios con nosotros caminando nuestros caminos nos invita a caminar juntos.

Por eso Carlos, el sacerdote está llamado a caminar con su pueblo.

Por fín, la Encarnación es la presencia del Señor, que plantó su tienda entre nosotros,  que vino a habitar entre nosotros, con todo lo que eso implica:

“y el verbo se hizo carne…” (Jn. 1, 14) y esto también en tu vida de sacerdote.

Es una presencia única, caracterizada por el anonadamiento, por el despojarse, por el abajarse del amor que redime y rescata.

Es la presencia de la misericordia que se inclina sobre la miseria. Si algo tiene que ser el sacerdote es misericordioso.

Carlos, al igual que a María, Dios te saluda invitándote a la alegría y a una confianza plena capaz de vencer todos los miedos.

 

Alégrate

Es decir, hacéle espacio a la alegría de Dios en tu corazón. No permitas que la oscuridad que proviene de la incertidumbre del desaliento y sobre todo de los miedos empañen tu alegría. Alégrate porque Dios está con vos y en vos.

Contagiá la alegría de sentirte agraciado amado y bendecido desde toda la eternidad, no te olvides que la alegría de Dios es nuestra fuerza. Alégrate y no tengas miedo porque has hallado gracia ante Dios. Acogé la alegría y testimoniala, convertila en misión ya que la alegría es un regalo de Dios para compartir lejos de todo encierro autorreferencial. No es para guardarla de manera intimista. Y recordá que solo se puede ser verdaderamente alegre en comunión con los que sufren y en soledad con los que lloran.

Esta es la alegría que María canta en el Magnificat y que vos estas llamado a proclamar, desde la experiencia del don que vas a recibir dentro de unos instantes por la imposición de las manos del obispo.

 

No temas

El miedo paraliza, nos roba la alegría y nos impide caminar. Dejá que las palabras de la Anunciación calen bien hondo en tu corazón. Permitile a Dios que su mirada misericordiosa acaricie tu pequeñez para que puedas cantar con María el gozo de Dios.

No temas por la experiencia de tus contradicciones e incoherencias.

No temas por la experiencia de tu fragilidad.

No temas por tus propios pecados.

Dejate abrazar por el Padre, dejá que Jesús te lave los pies. Así aprenderás a ser misericordioso y un auténtico servidor de los hermanos, al igual que Jesús que “no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mt. 20, 28)

 

“Soy la Servidora del Señor, hágase en mí según tu Palabra”

En tu estampa de ordenación tomaste como lema la respuesta de María que, desde su libertad y en una total disponibilidad, da su Sí para que Dios pueda realizar su plan de salvación.

El rito de ordenación que acabamos de iniciar comenzó con un llamado al que respondiste: aquí estoy. Ese es tu si, como el de María, Hace tuyas las mismas palabras de la Virgen: “He aquí el siervo del Señor”. Estoy dispuesto hacerle espacio a la Palabra, a dejarla vivir y crecer en mí. Estoy dispuesto a permitirle a Dios que exprese en mí su misterio de amor para con todos los hombres.

Carlos el sacerdote nos dice el Cardenal Pironio: “es sacramento del amor de Dios”. Dios quiere amar a través tuyo a todos los hombres. Tu vida es signo de que Dios es esencialmente amor. (Ex. 34, 6; 1Jn. 4, 16)

Serás padre y “amigo de Dios para los hombres” (Pironio). Serás como Cristo el servidor “que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida por la multitud” (Mt. 20, 28).

Qué la Virgen, nuestra Señora de Buen Viaje, te cuide y guíe tus pasos de sacerdote!.

Qué San José, te enseñe a ser siempre dócil a la voluntad de Dios, y que aprendas de él, el arte de la paternidad!.

 

+Jorge Vázquez

Obispo de Morón