Convocada bajo el lema “Con María de Luján caminamos como peregrinos de la esperanza, artesanos de la paz, misioneros de la alegría”, la comunidad diocesana peregrinó a Luján en la Peregrinación anual de la Diócesis a la casa de la patrona de los argentinos.

Acompañado por gran parte del clero diocesano, y ante miembros de las distintas comunidades de la diócesis, el Obispo Jorge Vázquez aseguró a los pies de la Virgen que “queremos ser el lugar donde se genera el auténtico diálogo; desde el cual construimos la unidad y la fraternidad; lugar donde se alimenta la esperanza que nos da fuerza para el camino y nos abre los horizontes que nos trae Cristo Resucitado, sobretodo en estos tiempos difíciles”.

En referencia al lema, explicó que “esta vez, venimos como peregrinos de la esperanza, que es la fuerza que nos anima y nos da coraje para transitar este momento difícil de nuestra historia. Venimos, haciendo nuestra la esperanza de nuestro pueblo: sus luchas, sus anhelos, sus dolores y también sus gozos y alegrías”.

En tiempos complejos, dijo, “se nos invita al compromiso, a ponernos la patria al hombro, siendo conscientes de que la esperanza no es quedarnos tranquilos, esperando que todo venga de arriba. La esperanza, como dijimos, es ante todo compromiso y se construye desde el amor y la alegría”. Y recordó al recientemente beatificado cardenal Eduardo Francisco Pironio, cuyos restos descansan en la Basílica de Luján, en su invitación a que a los jóvenes sean constructores, artesanos de la paz, “jóvenes profetas de la esperanza, testigos de la alegría del Resucitado”. Y citándolo cerró: “Es la hora de la esperanza; de la revelación del amor y de la respuesta a Dios en la disponibilidad como la de María en la Anunciación”.

Durante la Eucaristía, el Obispo anunció la ordenación diaconal de Damián Romero, y la admisión a las sagrados órdenes del candidato al diaconado permanente Néstor Milio.

Homilía completa del Obispo

Virgencita de Luján, Madre del pueblo argentino, Madre nuestra. Aquí estamos nuevamente. Somos la Iglesia que peregrina en Morón, la Iglesia del camino, la Iglesia de la ermita, posta de los caminantes, donde la gente te venera como la Madre del Buen Viaje.

Estamos llamados a ser albergue donde se descansa, lugar donde se recuperan las fuerzas para continuar la gran peregrinación de la vida. Hospital de campaña para cuidar y sanar las heridas de tantos hombres y mujeres tirados a un costado del camino.

Queremos ser constructores y artesanos de la paz. Hombres y mujeres de reconciliación. Queremos ser el lugar donde se genera el auténtico diálogo; desde el cual construimos la unidad y la fraternidad; lugar donde se alimenta la esperanza que nos da fuerza para el camino y nos abre los horizontes que nos trae Cristo Resucitado, sobretodo en estos tiempos difíciles. Queremos juntos construir un mundo más humano, una Iglesia más comprometida, especialmente con los más pobres y vulnerables, una patria nueva.

Esta vez, venimos como peregrinos de la esperanza, que es la fuerza que nos anima y nos da coraje para transitar este momento difícil de nuestra historia. Venimos, haciendo nuestra la esperanza de nuestro pueblo: sus luchas, sus anhelos, sus dolores y también sus gozos y alegrías.

Los tiempos difíciles

Los obispos argentinos, en su mensaje, al finalizar la última asamblea plenaria, nos llaman a tomar conciencia de estos tiempos difíciles, en los que, por ejemplo:

“Muchos abuelos y abuelas, se enfrentan al drama de tener que elegir entre comer o comprar los medicamentos porque la jubilación no alcanza; cierran los comedores por falta de asistencia y muchos vecinos se quedan sin la posibilidad de esa comida en el día; se ataca la vida inocente que no ha nacido, y a la vez, la igualmente sagrada vida de millones de niños y niñas ya nacidos que se debaten entre la miseria y la marginación…

…Son tiempos complejos, por momentos contradictorios en los que conviven una esperanza y paciencia honda de nuestro pueblo con una incertidumbre y una creciente vulnerabilidad de las personas.” (Mensaje Obispos en Asamblea Plenaria 18/4/2024)

Por eso se nos invita al compromiso, a ponernos la patria al hombro. Siendo conscientes de que la esperanza no es quedarnos tranquilos, esperando que todo venga de arriba. La esperanza, como dijimos, es ante todo compromiso y se construye desde el amor y la alegría.

San Alberto Hurtado, citado en el mensaje de nuestros obispos, decía:

“En tiempos difíciles no nos tenemos que cansar de amar a los demás y de alegrar sus vidas.”

El amor desemboca en la alegría y pide gestos concretos.

“Esos gestos que son el modo en que demostramos a nuestro pueblo que entendemos su dolor… y tomamos partido por los más frágiles, defendiendo su dignidad, implicándonos personalmente en sus gozos y esperanzas; en sus sufrimientos y problemas”.

Es hora de alegrar las vidas de tantos hermanos que la están pasando muy mal. La alegría surge del encuentro con el Señor” como dice el Papa Francisco en su carta “El gozo del Evangelio”.

Estamos viviendo el tiempo de Pascua, el tiempo del paso de la muerte a la vida. La muerte ha sido vencida y por eso anunciamos que “ha resucitado Cristo, nuestra esperanza”, causa fundamental de nuestra alegría.

Pero esa alegría, ese gozo es para compartir, queremos hacer nuestro el gozo del Resucitado, pero de un modo especial, queremos asumir la alegría de María de la Visitación que sale al camino, llena del gozo del Espíritu para ir a servir a su prima.

La alegría es misión, testimonio, anuncio, como dice la oración de nuestro Sínodo, donde imploramos a la Virgen el poder caminar juntos como portadores de la alegría del Evangelio y convertirnos así en misioneros y testigos de la alegría.

Le pedimos a la Virgen que nos contagie su gozo, y que nos ayude a responder a los desafíos de estos tiempos difíciles, sin desanimarnos, sin dejarnos dominar por la tristeza que paraliza.

Los jóvenes

Permítanme ahora decirle unas palabras a los jóvenes, que no son mías, sino de alguien que amó profundamente a los jóvenes y que hace muy poco fue beatificado, aquí en Luján donde descansan sus restos. Me refiero al Cardenal Eduardo Pironio.

Él, fue el gran animador de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y escribiéndoles a los jóvenes argentinos, les decía que: “No hay período más lindo en la vida, para experimentar vivir y comunicar el amor, que el de la juventud. No hay tiempo más apto para el descubrimiento de la propia vocación y de la opción por una misión que determine y manifieste el amor.” Esto le da sentido a la vida.

Además, invitaba a los “Jóvenes, a ser constructores, artesanos de la paz. Jóvenes profetas de la esperanza, testigos de la alegría del Resucitado”.

Para concluir este mensaje, tomo estas palabras del Cardenal que marca el gran desafío de este tiempo:

“Es la hora de la esperanza; de la revelación del amor y de la respuesta a Dios en la disponibilidad como la de María en la Anunciación”.

Se lo entregamos todo a Ella, que es la Mujer nueva, la Madre del hombre nuevo. La Madre de la Nueva civilización: de la verdad y de la justicia, de la libertad y del amor”. (Card. Eduardo Pironio “La hora de la esperanza”)

“Peregrina misionera que abres las sendas de la Nueva civilización, ayúdanos a responder a los desafíos de este tiempo”, de esta hora, que es la nuestra. Hacé de nosotros artesanos de la paz, misioneros de la alegría.

Virgencita de Luján ven con nosotros a caminar.

+Jorge Vázquez
Obispo de Morón