Homilía del Obispo Jorge Vázquez en la Misa Crismal 2021

En el itinerario de nuestro caminar juntos como Iglesia sinodal, y en esta circunstancia difícil de la pandemia que nos obligó a replantearnos cómo seguir caminando, nos reencontramos para celebrar la misa Crismal: “Momento privilegiado en el que se hace visible la realidad de esta Iglesia particular de Morón, especialmente en la comunión existente entre el Obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio de Cristo”. (Misal Romano).

La concelebración eucarística presidida por el obispo, es el signo más elocuente de dicha comunión. Comunión entendida como servicio al Santo Pueblo fiel de Dios: pueblo de sacerdotes, de profetas que tienen la unción del Espíritu Santo; pueblo de servidores y constructores del Reino. (Misa Crismal 2018).

Nosotros como comunidad, como fraternidad sacerdotal vamos a renovar ahora el compromiso que asumimos el día de nuestra ordenación. Quiero compartirles que hoy se cumplen 38 años de la mía. La misma se realizó en el contexto de la misa Crismal, de aquel jueves santo de 1983.

El Año de San José

Hay una circunstancia que no podemos soslayar y, es que estamos celebrando el año de San José, al cumplirse el 150 aniversario de haber sido declarado por Pio IX patrono de la Iglesia.

El 19 de marzo pasado en la solemnidad, tuvimos la gracia, el regalo de cuatro nuevos diáconos para nuestra diócesis. En la homilía los invitaba a contemplar a San José como figura diaconal, ya que lo central en él es el servicio. Les decía: San José asume su vida con la disponibilidad y la humildad de un servidor, poniéndose incondicionalmente al servicio del gran sueño de Dios: la encarnación del Hijo para la salvación de la humanidad (homilía ordenación diaconal 19 de marzo)

San José, figura de la paternidad sacerdotal

Queridos hermanos sacerdotes ¿Por qué no contemplar hoy a San José como figura y modelo de nuestra paternidad sacerdotal?

Francisco nos dice que “la grandeza de San José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús” (Patris Corde 1)

Sin duda en nuestro tiempo se hace cada día más evidente la ausencia de auténticos padres. Lo notamos, especialmente en la orfandad de los adolescentes, en la soledad de los jóvenes, en el abandono de los niños, en la irresponsabilidad de tantos padres biológicos que no quieren asumir su paternidad. Hoy día se huye de la paternidad y va creciendo una cierta mentalidad que la cuestiona.

Esta realidad, nos mueve a nosotros a asumir plenamente la paternidad de nuestro pueblo, de nuestras comunidades. La gente nos honra dándonos el título de “padre”. Como nos dice el Papa Francisco debemos pedir todos los días la gracia de ser padres, la gracia de la paternidad pastoral – espiritual. (Papa Francisco, Misa en Santa Marta, 26 de junio de 2013)

Ante todo, el sacerdote en su comunidad, así como el obispo en su diócesis, debe testimoniar que es el padre de todos, no de algunos preferidos o de aquellos con los que nos sentimos más cómodos. Debemos escapar, como diría Francisco, del estar todo el día “peinando ovejitas”, olvidando el rebaño. Tanto el obispo como los sacerdotes debemos estar disponibles para todos, especialmente para los más débiles. Debemos aprender a inclinar evangélicamente la balanza de nuestras preferencias en favor de los más pobres. Podríamos preguntarnos también ¿Qué lugar ocupan los pobres en nuestras comunidades cristianas? ¿Nos sentamos alguna vez en la mesa de los pobres? Porque no se trata solamente de darles de comer.

San José, modelo de padre servidor

San Pablo VI hacía notar en una homilía pronunciada el 19 de marzo de 1966, como la paternidad de San José está estrechamente ligada al servicio, es decir, al don de la propia vida, a la oblación de si. José hizo “de su vida un servicio al misterio de la encarnación y a la misión redentora que le está unida” (Insegnamenti di Paolo VI. IV (1966). 110).

Por su parte Francisco citando a San Juan Pablo II, nos dice que San José “ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad” (Patris Corde 3).

De la misma manera, la paternidad del Sacerdote está toda ella orientada al servicio de plan divino de salvación. El sacerdote, al igual que José, es “ministro de salvación” para nuestro tiempo.

San José, padre en la ternura, padre de corazón

Como dijimos antes, ser padre es una gracia a pedir. Sobre todo, para ser padres, varones en la ternura, es decir, padres capaces de compasión, de misericordia; por eso, padres de corazón, padres capaces de escuchar, acogedores y misericordiosos que hacen visible al padre de la parábola del hijo pródigo.

El sacerdote, padre en la ternura, abre todos los días las puertas de la misericordia para recibir a todos, para incluir a todos, sin excluir a nadie, con preferencia por los más vulnerables, débiles, enfermos, descartables, etc.,  asumiendo el oficio de consolar, de aliviar el sufrimiento de tantos, especialmente de los que sufren las consecuencias de la pandemia.

La fecundidad de la paternidad sacerdotal

Somos verdaderamente padres en el don de nuestra vida a través del ejercicio de nuestro ministerio. Somos padres dando vida a los demás, generando descendencia, pero no clones, ni grupos afines. Debemos ser padres que engendran vida a través de un amor creador que se expresa, valga la redundancia, en la valentía creativa frente a las dificultades y los problemas.

Así, Dios confió en la valentía creativa de José. “Cuando llegó a Belén y no encontró un lugar en el que María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo”. (Patris Corde 5).

Por otro lado, como fruto de la paternidad sacerdotal que engendra vida y está al servicio de la vida, surgen comunidades vitales, comunidades en las que se nota que hay vida (movimiento, iniciativa). El signo más elocuente se verifica cuando esas comunidades son capaces de salir de la “casa” para lanzarse a los caminos de la misión, llevando a todos la alegría del Evangelio.

Pidamos a Dios esa gracia de la paternidad pastoral, espiritual que nos permite hacer frente a las dificultades y situaciones inéditas que se nos presentan, con valentía y creatividad. Tal como está sucediendo de hecho a raíz de esta pandemia que padece la humanidad.

Queridos hermanos sacerdotes, vuelvo a invitarlos a caminar juntos asumiendo con entusiasmo el camino del Sínodo, preguntándonos desde la escucha atenta de la fe y el discernimiento de la realidad, cuál es el sueño de Dios para nuestra amada Iglesia de Morón.

¡Escucha Iglesia de Morón! fue el lema de la Asamblea multitudinaria celebrada en octubre 2018. Solo desde la escucha, podemos caminar juntos.

Por eso he decidido visitar, si las circunstancias lo permiten, todas las comunidades parroquiales para escucharlos y para animarlos a profundizar el camino sinodal, y así en la segunda parte del año realizar las asambleas parroquiales.

Qué la Virgen del Buen Viaje, Ntra. Señora de la Visitación, nos contagie su entusiasmo y alegría, y vaya abriendo los caminos de esta nueva etapa de la Evangelización.

Qué San José los cuide con ternura de padre.

 

Padre Jorge

Obispo de Morón