La Asamblea Sinodal de la Escucha

El pasado sábado 13 de octubre tuvo lugar la Asamblea Sinodal de la Escucha, un acontecimiento de gracia que pone de relieve este ingrediente fundamental del nuevo estilo que el obispo Jorge quiere darle a nuestra Iglesia de Morón. Con una respuesta muy positiva a la convocatoria, cerca de 1500 personas representando todas las realidades de la diócesis se hicieron presentes en el Colegio San José para ser parte de “esto nuevo” que se está gestando. Y digo “esto nuevo” porque todavía no todos están interiorizados de qué se trata. Llevará su tiempo hasta que todo el Pueblo de Dios que peregrina en Morón entre en esta dinámica sinodal que propone nuestro obispo.

¿A qué fueron los que fueron a la Asamblea? Fundamentalmente a encontrarse con otros hermanos y, en ese encuentro, escuchar y ser escuchados. Y eso se consiguió. Por un lado, a nivel de nuestra Iglesia diocesana, tuvimos un gran encuentro del Pueblo de Dios: laicos comprometidos de larga trayectoria y algunos que recién están dando sus primeros pasos en la fe; jóvenes y los que peinan canas (o ya ni pelo peinan); mujeres y varones, laicos y sacerdotes, religiosas y religiosos; trabajadores y desocupados; Scouts, músicos, fotógrafos, servidores y hasta el pastor de una Iglesia evangélica. Todos juntos con el obispo, todos movidos por la alegría del encuentro, todos con ánimo de escuchar y ser escuchados.

 

Pero por otro lado, la Asamblea sirvió también como espacio de encuentro y diálogo entre concejales y funcionarios de diferentes espacios políticos. Así, nuestro Sínodo va colaborando a generar la cultura del encuentro de la que tanto nos habla el papa Francisco.
Algunos más empapados en el tema también estaban a la expectativa de escuchar al Espíritu de Dios: por qué caminos no querrá llevar, qué será lo que nos quiere decir, cuál será la respuesta actualizada que nos está invitando a dar… Algo de esta escucha pudimos ensayar por la mañana, con la ayuda de la Hna Gabriela.


Algunos participaron de la Asamblea soñando con algún cambio para la Iglesia: un entusiasmo renovado para la misión con alegría, un tener los pies más en la tierra atendiendo las necesidades del otro, un impulso para acercarnos a los pobres y enfermos… Pero todavía falta para que el obispo nos proponga caminos concretos a transitar juntos. Primero es necesario completar esta etapa de escucha con otras tres consultas: al Pueblo de Dios, que se realizará próximamente en todas las Misas de la diócesis, a los colegios e instituciones y, por último, la encuesta callejera en las principales estaciones y lugares de paso. Si queremos escuchar a todos, tenemos que armarnos de paciencia. Como al principio, la tentación es que la ansiedad nos domine. Sólo cuando se hayan escuchado todas esas voces vendrá el trabajo de interpretación por parte del obispo y del Secretariado del Sínodo. Escucharnos toma tiempo y elaborar las decisiones juntos también.


Ese trabajo de interpretación consistirá en rumiar todo el material producido en los setenta grupos en los que nos dividimos durante la Asamblea. Una tarea ardua que necesitará de la oración de toda la diócesis. Pero también deberá tomar en cuenta lo que no quedó escrito. Me refiero al clima que se vivió durante ese día. Varios me hicieron referencia a la esperanza (y la alegría) que les producía todo esto que estamos viviendo como diócesis, y creo que se trata de una experiencia compartida por muchos. La iniciativa del obispo de convocar a un sínodo, la posibilidad de los laicos de hablar y ser tenidos en cuenta, la presencia de tantos jóvenes, fueron todos signos de esperanza que entusiasmaron a más de uno.


El cierre de la Asamblea fue la celebración de la Misa. Convocados para ejercitarnos en la escucha, nos volvimos a reunir al final de la jornada para celebrar juntos y dar gracias a Dios por todo lo vivido y compartido. Coronamos el día con la escucha de la Palabra de Dios, proclamada y actualizada por nuestro obispo, y compartiendo la mesa del pan único y partido, alimento del Pueblo de Dios peregrino.
El Sínodo se hace de rodillas, dijo el obispo Jorge en la homilía. Pidámosle a Dios, por intercesión de la Virgen del Buen Viaje, Brochero y Mama Antula, que siga bendiciendo nuestro caminar.

Pbro. Matías González